jueves, 28 de noviembre de 2013

Libertad...

Esta es la versión 5.0 del escrito, y no cesaré, hasta estar completamente segura que lo que aquí describo, es lo que siento. Porque este es mi último post.
No sé si es un punto y aparte, o un punto y final.

Dos señales he vivido hoy a cerca de la libertad.
Como buen signo de aire, me es completamente inconcebible la entrega sin la LIBERTAD.
Está tan intrínseco en mi ser, que doy por hecho que el otro lo percibe, pero hoy he visto que no.
Quizá porque expreso mis conclusiones desde el ímpetu y la vehemencia, provocando que el otro solamente vea la fuerza con la que emano mis visiones, creyendo que lo que estoy expresando son demandas exigentes.
Y es completamente alejado de la verdad de mi SER.

No concibo una vida íntima si no es desde la LIBERTAD. No la consigo entender! Pero nunca he podido manifestarlo, y mucho menos vivirlo.
Cuando expongo que pido compromiso, es el compromiso a vivir la historia hasta donde llegue (e independientemente de su duración), pero dando lo mejor de uno, porque lo hago desde la completa LIBERTAD, sabiendo que puedo terminar cuando sienta que ya no soy libre o que vivo rodeada de exigencias. O cuando me siento cuál carcelero...
Cuando pido fidelidad, quizá me refiero más a la lealtad, (estamos en el BDSM y las fantasías evolucionan, las mías inclusive), pero desde la completa LIBERTAD, porque yo decido entregarlo a UNO solo, focalizando así mis energías y mis vivencias, y mi deseo es que el otro lo viva como yo, haciendo de todo ello una experiencia muy intensa...

Recuerdo la sensación que tuve de encontrar mi sitio en el BDSM porque por fin podía vivir en consecuencia a lo que sentía: ser LIBRE de sentirme atada y dar, así, lo mejor de mí.
Pensaba que era de sentido común que todo el mundo lo vivía como yo, a nivel profundo.
Veo q no es así...
Por ello no entendía ciertas reacciones, ni las he entendido nunca.
En alguna ocasión me han pedido libertad, quedándome estupefacta... A mí! A una mujer que, a la que se siente aprisionada exigentemente cual ave enjaulada, destroza los barrotes, importando poco el grueso de los mismos (a pruebas me remitiría, y seguro que alguno de los lectores sabe a lo que me refiero)... 
Si no es desde mi libertad, ¿cómo es posible que un Dom valore mi entrega como un regalo o un tesoro? Si no fuera así, sería una entrega FALSA y MANIPULADORA.
Si no es desde mi libertad, ¿cómo es posible que intente dar lo mejor de mí? Si no fuera así, YO sería una FALSA, un personaje de mí misma.
Si no es desde la libertad, ¿como sentiria el deseo? 

Y si no es desde la libertad del Dom, ¿cómo es posible la posesión y el uso y disfrute de la sumisa?

Tengo que sentirme libre para regalar, para dar, para entregar. Si hago las cosas "porque así debe ser" o "por coj...", exigiendo, estaré dando un ápice, un simple apunte de lo que en realidad tengo y soy, y terminaré huyendo.

Pienso que quizá sea mi mensaje el que esté equivocado; no va en la misma dirección que mis intenciones vitales...

Y un último apunte para terminar:

Confundí el Amor con la sensación que provoca la entrega, a quién yo creía capaz de ver más allá y no quedarse con mi coraza (por las largas conversaciones mantenidas y mis propias vivencias, llegué a la conclusión de que tu siempre habías sido el Dom adecuado para entregarme, pero todos tenemos fallos, y el mío es de vista).
Cometí un error en ello, cierto, pero siento que por ello he podido ser, por un momento, juzgada y condenada, sin que mi condición de "novata" haya sido un atenuante, sino un completo agravante.

Dormitaré, intentando apaciguar mis demonios, y echando de mi vida los de los otros...


domingo, 24 de noviembre de 2013

Desembarcas del tren, con tu traje marrón y tu gorro de gentleman, yo con mi falda y mis medias, como te prometí. Nos abrazamos emocionados por el re-encuentro de nuestras almas. Aún no sabemos lo que ocurrirá horas más tarde.

Paseamos cogidos del brazo por la ciudad, mientras nos reconocemos. Me excito al imaginar fugazmente mi sometimiento, atada con cadenas, durante la visita a una pequeña iglesia. Te vuelvo a reconocer, como la primera vez que te ví, pero me resisto a dar crédito.

Y todo se sucede, poco a poco, gradualmente, mientras nuestras mentes se relajan, y nuestros Egos se calman, dejando paso a la esencia más pura.
Me rindo ante la sobirania de ella, de tu esencia, de mi esencia, porque es lícita, porque no hay miedos, porque es firme y está segura. Sigo los instintos más primarios, abandonando mi cabeza traicionera, mientras danzamos llevando tú el paso, el ritmo.

Y llega el cenit en el que mi mente, mi cuerpo y mi voluntad se entregan, dejando paso a la inundación de emociones, sentimientos y sensaciones, cual ola en pleno temporal.

Ahora estoy en manos del Destino, pero al fin y al cabo, libre y feliz...