viernes, 3 de enero de 2014

La entrega desde el deseo o desde la necesidad.




Doce largos meses han pasado ya desde que le pude poner nombre a lo que me había llevado de psicólogo en psicólogo, de depresión en depresión sacando poco en claro en mis emociones. En mi cabeza, las teorías leídas, habladas, estaban muy claras, pero entraban en un conflicto directo con lo que sentía a nivel emocional.
Ha sido un año duro en cuanto a aprendizaje de muchas cosas de mí misma, pero sobretodo, en hacerme responsable de mi propia naturaleza y obrar en consecuencia.
Recuerdo la primera vez que estuve con un Dominante. La necesidad de experimentar era tan urgente, que me olvidé de todo lo aprendido en la teoría. Como dijo Confucio: Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí.
Hubieron más aventuras después de esa experiencia, cargada de obstinación por llevar a cabo un deseo. Hasta me imaginé (y creí) que estaba enamorada. Pero lo efímero, igual que entra, se va... es fugaz. Y francamente, es buena señal, ya que en ello está la respuesta a la gran pregunta: ¿realidad o fantasía?.

Pero llega un día, fruto de un trabajo intenso e interno, en que todo cambia. Has trabajado duramente, has interiorizado tu sentir. Has investigado más sobre ti misma, sobre tu sentimiento de sumisión, sobre tu sentimiento de mujer.
En ese instante, lo ves muy claro. No sientes la necesidad de entrega "porque sí". Tu necesidad de sentir la sumisión la tienes cubierta por ti misma, por lo que no necesitas a ningún Dominante con urgencia, o sentir que sin él no lo puedes sentir, trabajar, enorgullecerte de ello. Eres lo que eres, y por tí misma.
Sientes que deseas entregarte, y eso jamás desaparece, ni desaparecerá, pero lo harás por deseo y voluntad, no por necesidad, librando a su vez a mi futuro Dominante de una dependencia emocional, que puede llegar a ser enfermiza, destruyendo algo tan hermoso como es la entrega y la dominación.

Y lo sé, porque lo sentí, y así lo continúo sintiendo....

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