Los acontecimientos de éstos últimos días en que la ansiedad me ha tenido secuestrada, ha hecho que repitiera un ritual típico de éstas fechas: ME HE FLAGELADO.... Pero nada de la espalda, o en la cintura, no.... Eso lo dejamos para los beatos que quieren sentir el hecho de la flagelación como castigo por unos pecados, seguramente, no cometidos, excepto el de no aceptar que vivir y ser feliz, que es la única obligación real que tenemos nada más nacer.
Y vaya si lo que hecho!
Zas, zas, zas, zas, zas, zas, zas, zas, zas, zas.... Diez veces en cada nalga..... He ido al espejo a comprovar la rojez que le han quedado y mis sospechas se han confirmado: han sido demasiado flojas. Color rosita pasteloide que no me ha gustado nada..... Bufff! Que mal lo llevas, amiga....
Zas, zas, zas, zas, zas, zas, zas, zas, zas, zas..... Diez azotes más, pero más contundentes, y aquí sí que he notado un poco más el escozor dulce en mis nalgas, a la vez que la excitación física y mental se disparaba.... ¡Estaba haciendo una travesura! Me estaba excitando con la flagelación en PLENA SEMANA SANTA!!!! Yupiiiiiiiii!!!
Pero como tengo poca práctica, me he dado sin querer-queriendo en la cadera contraria al brazo azotador, y me ha quedado un morado....
Finalmente, me ha quedado un color rojito monísimo en las nalgas y un morado sobre la cresta ilíaca. Pero se me ha pasado al cabo solamente de 5 minutos. ¡Nada! que ésta noche tengo que volver a practicar......
Algunos dicen que el ambiente no afecta en la educación. Pues no es mi caso, ya que el ambiente de penitencia de éstos días y en una ciudad tan sumamente cristiana y tradicional como la que vivo, me ha inspirado, pero sobretodo, para llevar la contraria y siguiendo mi naturaleza de SER LIBRE.
¡Pero que bonito que es el puñetero!